
La cocina, un refugio de elegancia, se viste de verde profundo, donde el blanco de los muebles resplandece como un susurro de frescura. Las sillas, con su curvatura romántica, invitan a la conversación, mientras la luz del cristal juega con las sombras, creando un rincón de intimidad.
La cocina, un refugio de elegancia, se viste de verde profundo, donde el blanco de los muebles resplandece como un susurro de frescura. Las sillas, con su curvatura romántica, invitan a la conversación, mientras la luz del cristal juega con las sombras, creando un rincón de intimidad.